Dijeron que sería una semana, nos metimos en casa obedientes pensando que dos semanas pasan enseguida. Se pueden hacer mil cosas en casa, tenemos comida, estamos sanos, tenemos internet, podemos relacionarnos con el resto del mundo simplemente llamando por teléfono, por wassaps o por videoconferencia. Pero ha pasado una semana ya y estamos viendo que va a pasar más tiempo.
No sabemos más, habrá que esperar, pero cuando me asomo a la ventana y veo gente andando por la calle me doy cuenta que no todo el mundo es tan cívico y que hasta que la gente no se de cuenta de que esto es algo muy serio, la curva de contagios va a seguir subiendo de forma exponencial, y mientras eso ocurra no podremos acabar con este encierro que parece ser la única posibilidad de controlar al virus.
El tiempo acompaña, los días son grises, el sol se escondió tras las nubes hace ya varios días y hoy incluso llovió esta mañana.
Estar aquí encerrada podía dar pie a hacer muchas cosas, pero la verdad que son tantas las obligaciones que casi no me da tiempo a hacer todo lo que tenía en mente cuando mi vida era un salir y entrar sin parar, un ajetreo continuo. Y para colmo como estoy toda la mañana pegada a la pantalla del ordenador y la lectura también es con una pantalla, tengo que fijar mucho la vista y la cabeza me duele una barbaridad. Así es que pocas ganas tengo de hacer nada.
En fin... me tomaré alguna pastilla a ver si se me pasa y mientras me asomaré a la ventana a ver si me da el aire.
Mañana será otro día y espero estar más activa. Aunque para no engañarte, además de estar trabajando toda la mañana, esta tarde he hecho un mini neceser o monedero para la feria a juego con el traje de Marita. Era la tela que tenía. Podrá servir para llevar la barra de labios y alguna pintura más a la feria. La verdad es que no me ha quedado muy bien, tiene muchos fallos y eso también me pone negativa. No es que sea perfeccionista pero me gusta que las cosas me salgan bien.
Bueno...basta por hoy.
Mañana más.
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